sábado, 25 de julio de 2009

Maiwai, de Minetaro Mochizuki

Minetaro Mochizuki, autor de la conocida serie Dragon Head así como del one shot La Mujer de la Habitación Oscura nos ha sorprendido a todos con su nueva serie, Maiwai. Y es que pocos habrían imaginado que un autor responsable de aquellas dos obras sería capaz de ofrecernos algo tan desenfadado como esta serie abierta de periodicidad bimestral.
El título es una incógnita en sí mismo, aunque nada más empezar a leer se nos desvela su significado. Maiwai es una festividad japonesa que se celebra cuando un pescador captura una pieza extraordinaria, invitándose a amigos y compañeros del gremio. El término sale a colación del abuelo, ya fallecido, de la joven protagonista del cómic, la peculiar Funako Yamato; el último pescador con que contó la familia había pescado un increíble atún que pasó a designar la residencia familiar como el Palacio del Atún, donde nuestra heroína adolescente vive sola junto a su padre, ya que perdió a su madre cuando apenas era una niña.
Aludir a Funako como una chica peculiar no es, ni mucho menos, gratuito. En el lecho de muerte de su madre le prometió que sería fuerte, promesa que ha mantenido al pie de la letra, para desconcierto de su sufrido padre, que ve como con quince años su hija ya es capitana del equipo de lucha libre del instituto. Nadie que reparara en su delicada figura se imaginaría que Funako cuenta ya en su haber numerosos títulos relacionados con disciplinas de lucha. Pero la chica resulta ser extraña a ojos de sus compañeros: Siempre está hablando del mar, del que su abuelo le contaba numerosas historias, y un inexplicable dolor en el pecho le hace protagonizar más de un malentendido en público. ¿Son esas punzadas indicativas de algo más allá de un desorden físico? Eso parece dejarnos entrever el autor, al referirnos en una introducción las ansias del hombre por descubrir lo desconocido, por lanzarse a la aventura, por hollar aquellos parajes nunca antes pisados por sus semejantes, inquietud que parece que llevó al abuelo de Funako a dar con un hallazgo colosal, para nada comparado con ese mítico atún de media tonelada que le arrebató al proceloso océano, un secreto que se llevó a la tumba pero que pugna por salir a la luz. Y ahí entra nuestra joven luchadora…
Maiwai podría ser definido como un seinen de aventuras, si bien da la sensación de ser un batiburrillo de géneros diversos que Mochizuki se moría por abordar, donde el humor y la parodia se constituyen como elementos vertebradores de la acción. Por ejemplo, ¿conocéis a Yawara? Es una serie sobre una judoka, del mismo autor de Monster y 20th Century Boys, que cuenta con versión anime (Ginger o Cinturó Negre). Pues bien, Funako se parece, salvando las distancias, a esa judoka (de hecho hay un guiño a ese manga en el primer volumen de Maiwai). Pero también Ranma 1/2 parece estar parodiada en las páginas de este cómic, en uno de esos enfrentamientos masivos donde todos los clubs del instituto se echaban encima de uno de los protagonistas para ser invariablemente vapuleados. Estos dos ejemplos nos dicen bastante de las intenciones del autor, una de las cuales es reírse de los tópicos presentes en los mangas de peleítas, lo cual nos puede ayudar a entender, entre otras cosas, por qué le estamos viendo las braguitas a Funako todo el tiempo. Ahora bien, el humor también es pieza fundamental del discurso del autor. El cómic, por encima de cualquier consideración paródica, es divertido una vez entras en el juego del autor. ¡Quien hubiera dicho que veríamos algún día a Mochizuki en un cómic humorístico! El cambio de registro que ha llevado a cabo con Maiwai es, después del thriller de Dragon Head y la incursión en el terror japonés más clásico de la mano de La Mujer de la Habitación Oscura, digno de alabanza, al tiempo que es algo que no suele darse muy a menudo.
Sin embargo, pese al carácter naive que pueda poseer Maiwai, la serie presenta algún que otro rasgo que la sitúa un paso más alla del mero entretenimiento. Con ello me refiero, concretamente, a una escena bajo el mar que, salvando las distancias, me recordó un video musical de los Chemical Brothers, el compuesto para su tema The Test. En dicha escena, Funako desciende, inconsciente, en el seno oceánico, cruzándose con diversas especies animales, hasta ser arrastrada por una manada de ballenas, momento en el que recobra el conocimiento. Cierto componente entre onírico y poético impregna la escena, matiz que se retoma un poco más adelante y que quizás apunte hacia un aspecto de la trama todavía por desvelar.

El estilo de dibujo es el mismo al que nos tiene acostumbrado el autor, más tendente al realismo de lo que se acostumbra en el manga, si bien introduce algo de caricaturización con una clara finalidad humorística. La expresividad de Funako no va muy lejos que digamos, pero el resultado es satisfactorio. Destacar el trazo limpio de costumbre, así como también el detallismo de algunos fondos.
Una nueva serie de Mochizuki creo que ya es motivo más que suficiente para dedicarle un poco de atención, máxime si el autor lleva a cabo un cambio de registro respecto a su producción anterior. Si añadimos que el cómic, ya de por sí simpático, goza de momentos realmente tronchantes, la lectura se hace recomendable siempre que nos acerquemos a ella abiertamente y sin esperar gran cosa a cambio. Y si encima, a lo largo de la travesía, resulta que descubrimos algo que nos haga pensar un poquito, creo que ya podremos darnos más que satisfechos.

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