sábado, 25 de julio de 2009

El cadáver y el sofá, de Tony Sandoval





Pocos cómics consiguen lo que este El cadáver y el sofá. Transportar al lector en un viaje imaginario capaz de despertar ecos en su memoria, recordándole lo que significa ser, de nuevo, adolescente. A qué huele el verano, la mejor estación del año, sin duda alguna, si cuentas con la suerte de estar en esa edad. Todo ese cúmulo de incomprensibles sensaciones, ya sean excitantes, agradables como amargas, que se apoderan de uno al conocer a ese alguien especial que viene a iluminar con su sola presencia el tedio al que puede verse abocado el ocio en esos largos días de verano. Y aunque todo ello forma parte de nuestros recuerdos más íntimos, esta obra de Tony Sandoval se erige en catalizadora y precipitadora de los mismos, lo cual, como digo, no es fácil.
En El cadáver y el sofá leemos de cómo Polo conoce a Sophie. Sophie no es como ninguna chica a la que haya conocido anteriormente. Para empezar, siente una peculiar obsesión por los hombres lobo, y no cree que el que Polo diga que los defectos hacen que las cosas sean más interesantes signifique que sea un tío raro. Pronto ambos congenian, y Polo acaba descubriendo en Sophie su primer amor.
Pero el que en principio se prometía un aburrido verano acaba convirtiéndose en toda una aventura al encontrar Polo, por casualidad, el cuerpo de Christian, un chico que había desaparecido recientemente, y cuya muerte puede estar relacionada con un sofá abandonado, desde el cual nuestra pareja protagonista asiste al proceso de descomposición del fallecido al tiempo que empiezan a hacerse preguntas sobre su muerte. Quién sabe, quizá tenga algo que ver con ese lobo al que han visto rondar por las inmediaciones…
A pesar de lo que pueda aparentar, el cómic no se queda en una mera trama de misterio, sino que explora, en paralelo, la relación de Polo y Sophie a lo largo del verano. Es interesante constatar cómo se nos presenta esta relación, cuyo curso puede conectarse simbólicamente con elementos pertenecientes tanto a la trama como a la ambientación. Pienso, por un lado, en la figura del lobo y en el cadáver del infortunado Christian, mientras que por otro me gustaría resaltar el papel que desempeña el mismo verano, cuyos cambios de tiempo parecen concebidos como un indicador más del humor de los personajes participantes en la escena, a la par que ayudan a definir el curso de la acción.
Independientemente de estas consideraciones, donde el factor personal resulta esencial en su identificación (si bien creo oportuno afirmar que contribuyen muy sólidamente a la concepción global de la obra), la trama es cautivadora, atrapando al lector nada más leer las primeras páginas, y no creo poder decir nada en contra del ritmo narrativo, el cual se me antoja como perfecto. ¿Exagero? Bueno, cuando lees un cómic y no sólo te da la sensación de que todo lo que lees está ahí por algo sino que además no te das ni cuenta y ya te lo has acabado de leer… Si resulta que te pasa esto yo diría que sí, que el ritmo del tebeo es perfecto, no?
Gráficamente El cadáver y el sofá es otro acierto. Tony Sandoval tiene un estilo tan personal que, cuando vi este volumen en mi librería favorita me recordó algo vago, indefinido: Había leído algo antes de este autor y no me acordaba el qué. Pronto salí de dudas. Había sido Johnny Caronte y El revólver, lectura que todo sea dicho de paso no me acabó de convencer.
Dos son los principales elementos que me gustaría destacar del aspecto visual de la obra, dejando a parte las apreciaciones subjetivas que puede sugerirme el estilo del autor: Imaginación y Color.
Sandoval nos regala bellas imágenes, imaginativos hallazgos de claro contenido metafórico. Los sueños que tiene Polo con Sophie son un ejemplo paradigmático (capítulo cuarto, Sueño con lobos).
La aplicación del color está en consonancia con el objeto retratado, reflejando el paisaje y las distintas cualidades atmosféricas con gran efectividad, alternando escenas a color con otras a dos tintas.
Sólo se me ocurre un “pero” que ponerle a este soberbio El cadáver y el sofá, de Tony Sandoval, y es algo que no está directamente relacionado con la obra sino con los imperativos editoriales: Su precio, 20 euros. Ahora bien, creedme cuando os digo que son de los 20 euros mejor gastados en la compra de un cómic que haya hecho. Palabra!

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